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Edgar Degas. En el Café-concierto: la canción del perro.

Edgar Degas. En el Café-concierto: la canción del perro. 1875–1877. Metropolitan Museum of Art. Nueva York. EE UU.

 IMPRESIONISMO | #ARTEMODERNO

Las escenas de espectáculos nocturnos atraen a Degas como muestra del mundo moderno, igual que realizará Toulouse-Lautrec años después. En este caso se trata del "Ambassadeurs", uno de los locales de moda en la noche parisina. La actuación se celebraba al aire libre por lo que vemos farolas de gas iluminadas al fondo de la escena, entre los árboles de los Campos Elíseos. En primer plano aparece la cantante, con un vestido escotado, guantes de seda y cinta negra al cuello, muy habitual entre las damas de aquella época. Las canciones que se interpretaban en estos cafés concierto solían ser bastante obscenas, sentimentales o romanticonas. La luz artificial ilumina la figura de la diva mientras la multitud queda en segundo plano y en sombra. El rostro y parte de los brazos de la mujer armonizan con los globos blancos del fondo. De nuevo emplea el recurso fotográfico para organizar la composición, corta los planos y da una imagen encuadrada como si se tratara de una fotografía. De esta manera, se integra en los adelantos técnicos del momento. Al tratarse de pastel y aguada sobre papel, el artista aplica una pincelada bastante suelta; sin embargo, en la figura de la cantante destacan sus dotes de dibujante.

Edgar Degas. Ensayo de un ballet en el escenario.

Edgar Degas. Ensayo de un ballet en el escenario. 1874. Musée d'Orsay, Paris.

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Con el punto de vista elegido por Degas, el escenario se observa en leve picado, de lado, la mirada focalizada en el espacio delimitado por las candilejas. A la ligereza de las bailarinas bailando se oponen los gestos relajados de las que esperan, en la izquierda.
La fina capa de pintura, que se ha vuelto todavía más transparente con el tiempo, deja ver a primera vista, los arrepentimientos del pintor. Las piernas de algunas bailarinas en reposo han sido retocadas. En medio de las jóvenes se encontraba un maestro de ballet visto de espaldas. Por fin, cerca del hombre sentado, otro personaje estaba repantigado encima de una silla.

Esta pintura en tonos grises, destacó inmediatamente durante la primera exposición impresionista en 1874. El pintor Giuseppe De Nittis escribe lo siguiente a uno de sus amigos: "me acuerdo de un dibujo que debía ser un ensayo de danza [...] y le aseguro que es extremadamente bello: los vestidos de muselina son tan diáfanos y los movimientos tan verídicos, que hay que verlo para hacerse una idea; es imposible describirlo". Como De Nittis, muchos críticos ven en esta obra un dibujo más que una pintura. Cabe indicar que Degas plasma los matices más delicados jugando con los degradados. Inventa este tono neutro, lechoso, mientras que la iluminación brutal hace surgir los tutús blancos luminosos que ritman la composición.

De todas las escenas de danza realizadas por Degas, la monocromía de este lienzo difiere radicalmente de las verdaderas "orgías de colores" que salpicaban las obras más tardías. Esto se explica sin duda debido a que Ensayo de un ballet tenía que servir de modelo para un grabador.

Edgar Degas. El ajenjo.

Edgar Degas. El ajenjo. 1876. Musée d'Orsay, Paris.

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"Este cuadro se convirtió en una metáfora del lado oscuro de la modernidad. Es sinónimo de la soledad y el desamparo, del anonimato y la dureza de la vida moderna en la gran ciudad" (K.G.).