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A quien te pareces.

Por Laura Vaccarezza.
"No todos sentimos deseos de lo mismo, pero algo sí tenemos en común."
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Cada uno de nosotros es diferente en la manera de actuar frente a los desafíos. No todos sentimos deseos de lo mismo, pero algo sí tenemos en común. Todos tenemos voluntad, en sus diferentes formas. Y aunque uno va ejercitándola en el transcurso de la vida, podemos sentirnos identificados en uno de estos dos grandes grupos de personas.
Hay un grupo de gente a la cual le gusta la novedad y busca nuevos retos. Son personas entusiastas, con facilidad para emprender y tienen una voluntad de iniciativa. Cuando pienso en ellos me imagino a alguien que se quiere comer el mundo porque cree que todo es posible.
También nos encontramos, por otra parte, con otro grupo que tienen una voluntad de resistencia. Son individuos sólidos que, cuando trabajan, saben a los que se enfrentan; son conscientes de que reinan las dificultades, ya sea propias o de la vida misma, y por eso les interesa llevar a término cada proyecto.
Como sucede con todo, cada grupo tiene su talón de Aquiles. Mientras los expeditivos tienen mucho ánimo al comienzo, su energía termina desbordando: se les termina apenas empiezan y ya no les van quedando fuerzas para llegar al final. Están encantados con cada curso que comienzan, con un nuevo deporte o se ilusionan con un viaje estrafalario; pero, después de comprar todo el material necesario, el curso no pasa del primer trimestre, el equipo recién formado de básquet va perdiendo un integrante por cansancio y el viaje… bueno, simplemente no llega a concretarse.
Los resistentes, tenaces y tolerantes, en cambio, tienen muchas dificultades para arrancar con algo nuevo. Son tan conscientes del coraje que requiere cada nuevo itinerario que les falta el entusiasmo de la innovación. Pueden terminar lo que ya está empezado, lo que les cuesta es precisamente eso otro: empezar. Es posible que, ante cada propuesta de sus amigos o compañeros, ellos tal vez no digan que no, pero sí necesiten pensarlo dos veces.
Hace cientos –en realidad miles– de años, existió un fabulista en la antigua Grecia llamado Esopo. Al día de hoy permanecen en la cultura popular sus breves historias con moraleja donde hacía hablar a los animales y cada uno representaba diferentes aspectos del ser humano. Una de las más populares es la de la liebre y la tortuga. ¿Se acuerdan?

Cierto día una liebre se burlaba de las cortas patas y lentitud al caminar de una tortuga. Pero ésta, riéndose, le replicó:
-Puede que seas veloz como el viento, pero yo te ganaría en una competencia.
Y la liebre, totalmente segura de que aquello era imposible, aceptó el reto, y propusieron a la zorra que señalara el camino y la meta.
Llegado el día de la carrera, arrancaron ambas al mismo tiempo. La tortuga nunca dejó de caminar y a su lento paso pero constante, avanzaba tranquila hacia la meta. En cambio, la liebre, que a ratos se echaba a descansar en el camino, se quedó dormida. Cuando despertó, y moviéndose lo más veloz que pudo, vio cómo la tortuga había llegado de primera al final y obtenido la victoria.
Moraleja: Con seguridad, constancia y paciencia, aunque a veces parezcamos lentos, obtendremos siempre el éxito.

Sí, es más que comprensible lo que nos está diciendo. Algo parecido a “no es oro todo lo que reluce”. Lo que parece fácil no es lo mejor y solo con esfuerzo vamos a conseguir lo que de verdad vale la pena. Pero hay otra lectura de esto.
Tenemos a la liebre, un ser atractivo a la vista, suave, veloz y ligero. Despierta en nosotros ese deseo de ser como una pluma y no sentir el cansancio sino disfrutar del entusiasmo en plenitud. ¿Y ella de qué es capaz? Su pasión por la vida hace despertar el desafío en la tortuga. Es ella la que la obliga a salir a la otra de su zona de confort y que saboree el deseo de superarse día a día. Todos necesitamos alguien así a nuestro lado, alguien idóneo para abrir nuevos horizontes y decirnos de alguna forma que no es difícil animarse a más.
Y también está la tortuga. Alguien con un caparazón resistente a las mismas críticas, porque no se desalienta ni se larga a llorar por ninguna de las burlas. Está bien plantada en la vida y en verdad sabe lo que quiere y por qué. Nos demuestra la necesidad de proyectar, de establecer pautas en las cosas porque las virtudes hay que saber administrarlas. Es el compañero responsable al cual, una vez que alguien hace notar lo mucho que vale y puede, resuelve situaciones complicadas porque supo ya preverlas con antelación. Es el que sigue adelante cuando algún otro necesita hacer un alto y descansar en el camino.
Todos revelamos una de estas formas de voluntad y eso nos demuestra el papel que desempeñamos en los grupos sociales. No significa que debamos quedarnos ahí. Podemos desarrollar también esa otra que nos falta. A toda liebre conviene aprender a administrar su energía y reconocer que no todo es diversión y novedad; y toda tortuga ha de alivianarse y no vivir como si todo fuera una carga.
A ver, cada uno piense: ¿con cuál de las dos me identifico?

La zorra y el leñador. Fábulas de Esopo.

22. La zorra y el leñador.

   Una zorra, perseguida por unos cazadores, vio a un leñador y le suplicó que la escondiera. Éste le aconsejó entrar para refugiarse en su cabaña. No mucho después llegaron los cazadores y preguntaron al leñador si había visto pasar una zorra por allí, aquél negaba con su voz haberla visto, mas con la mano hacía señas indicando donde estaba oculta. Pero los perseguidores no se dieron cuenta del gesto y creyeron lo que les decía. La zorra, al ver que se marchaban, salió y se marchó sin decir una palabra. Como el leñador le echó en cara que encima que la había salvado no le daba, por lo menos, alguna palabra de agradecimiento, dijo la zorra: << Pues yo te habría dado las gracias si las señas de tu mano hubieran estado de acuerdo con tus palabras. >>
   Uno podría aprovecharse de esta fábula con relación a aquellas personas que abiertamente predican la virtud, pero en sus hechos se comportan con bajeza.

Esopo.
Fue un famoso escritor de fábulas. No está probada su existencia como persona real. Diversos autores posteriores sitúan en diferentes lugares su nacimiento y la descripción de su vida es contradictoria. Hasta la época en que vivió también varía según los autores aunque todos ellos coinciden en que vivió alrededor del 600 a. C. Heráclides Póntico lo menciona como una persona natural de Tracia, nacido esclavo de Jantos y posteriormente liberto de Idmon. En la época clásica su figura se vio rodeada de elementos legendarios e incluso se ha puesto en duda su existencia por algunos historiadores. Sus fábulas se utilizaban como libros de texto en las escuelas y Platón dice que Sócrates se sabía de memoria los apólogos de Esopo.

Los gallos y la perdiz. Fábulas de Esopo.

23. Los gallos y la perdiz.

   Uno que tenía gallos en su casa encontró en venta una perdiz amaestrada, una vez que la compró, la llevó a su casa para criarla junto con los gallos. Pero como éstos la picaban y perseguían, la perdiz estaba triste, porque creía que la despreciaban por ser de otra raza. Poco después, cuando vio que los gallos se peleaban entre sí y que no se separaban hasta que no estaban sangrando, dijo para sí: << Pues ya no me vuelvo a disgustar porque éstos me peguen, pues veo que ni a sí mismos se respetan. >>
   La fábula muestra que los sensatos aguantan fácilmente los excesos de sus vecinos cuando ven que no respetan ni a sus propios parientes.

Esopo.
Fue un famoso escritor de fábulas. No está probada su existencia como persona real. Diversos autores posteriores sitúan en diferentes lugares su nacimiento y la descripción de su vida es contradictoria. Hasta la época en que vivió también varía según los autores aunque todos ellos coinciden en que vivió alrededor del 600 a. C. Heráclides Póntico lo menciona como una persona natural de Tracia, nacido esclavo de Jantos y posteriormente liberto de Idmon. En la época clásica su figura se vio rodeada de elementos legendarios e incluso se ha puesto en duda su existencia por algunos historiadores. Sus fábulas se utilizaban como libros de texto en las escuelas y Platón dice que Sócrates se sabía de memoria los apólogos de Esopo.

La zorra y el cocodrilo. Fábulas de Esopo.

20. La zorra y el cocodrilo.

   Una zorra y un cocodrilo discutían por su prosapia. El cocodrilo refería con detalle muchas glorias sobre lo ilustre de sus antepasados y, al final, afirmaba que sus padres habían sido gimnasiarcas (Este cargo oficial surge en Egipto en época ptolomaica. Era un funcionario a cuyo cargo corría la vigilancia de la gimnasia en las ciudades o localidades helenizadas, pues su figura corresponde al tipo de educación griega de la juventud). La zorra respondiendo dijo: << Pues aunque digas lo contrario, por tu piel se nota que hace mucho que no practicas la gimnasia. >>
   Así, también los hechos refutan a los mentirosos.

Esopo.
Fue un famoso escritor de fábulas. No está probada su existencia como persona real. Diversos autores posteriores sitúan en diferentes lugares su nacimiento y la descripción de su vida es contradictoria. Hasta la época en que vivió también varía según los autores aunque todos ellos coinciden en que vivió alrededor del 600 a. C. Heráclides Póntico lo menciona como una persona natural de Tracia, nacido esclavo de Jantos y posteriormente liberto de Idmon. En la época clásica su figura se vio rodeada de elementos legendarios e incluso se ha puesto en duda su existencia por algunos historiadores. Sus fábulas se utilizaban como libros de texto en las escuelas y Platón dice que Sócrates se sabía de memoria los apólogos de Esopo.

La zorra y la zarza. Fábulas de Esopo.

19. La zorra y la zarza.

   Una zorra que estaba subida a una valla, cuando estaba a punto de resbalar, se enganchó en una zarza, pero como se raspó las patas y se las dejó en un estado lamentable reprochó a la zarza que a ella, que había recurrido a su ayuda, le había tratado peor de lo que correspondía. Y la zarza respondió: << Pues has hecho una tontería, amiga, al querer engancharte conmingo; yo, que tengo por costumbre enganchar a todo el mundo. >>
  Así, también entre las personas son estúpidos los que recurren a la ayuda de quienes es innato el hacer daño.

Esopo.
Fue un famoso escritor de fábulas. No está probada su existencia como persona real. Diversos autores posteriores sitúan en diferentes lugares su nacimiento y la descripción de su vida es contradictoria. Hasta la época en que vivió también varía según los autores aunque todos ellos coinciden en que vivió alrededor del 600 a. C. Heráclides Póntico lo menciona como una persona natural de Tracia, nacido esclavo de Jantos y posteriormente liberto de Idmon. En la época clásica su figura se vio rodeada de elementos legendarios e incluso se ha puesto en duda su existencia por algunos historiadores. Sus fábulas se utilizaban como libros de texto en las escuelas y Platón dice que Sócrates se sabía de memoria los apólogos de Esopo.

El pescador y el boquerón. Fábulas de Esopo.

18. El pescador y el boquerón.

   Un pescador al echar la red sacó un boquerón. Y éste le suplicaba que por el momento lo soltara, pues era pequeño, luego, cuando creciera, podría cogerlo por ser de más utilidad. El pescador dijo: << Muy tonto sería si, dejando marchar la ganancia que tengo en las manos, persiguiera una esperanza incierta. >>
  La fábula muestra que es preferible tomar la ganancia presente, aunque sea pequeña, que la que se espera, aunque sea grande.

Esopo.
Fue un famoso escritor de fábulas. No está probada su existencia como persona real. Diversos autores posteriores sitúan en diferentes lugares su nacimiento y la descripción de su vida es contradictoria. Hasta la época en que vivió también varía según los autores aunque todos ellos coinciden en que vivió alrededor del 600 a. C. Heráclides Póntico lo menciona como una persona natural de Tracia, nacido esclavo de Jantos y posteriormente liberto de Idmon. En la época clásica su figura se vio rodeada de elementos legendarios e incluso se ha puesto en duda su existencia por algunos historiadores. Sus fábulas se utilizaban como libros de texto en las escuelas y Platón dice que Sócrates se sabía de memoria los apólogos de Esopo.

La zorra rabona. Fábulas de Esopo.

17. La zorra rabona.

   Una zorra, a la que cortó el rabo una trampa, como consideraba insoportable seguir viviendo por vergüenza, decidió inducir a las otras zorras a quedarse también sin rabo, para ocultar en el mal común su propia inferioridad. Entonces, hizo reunir a todas y las animó a cortarse los rabos, alegando que no sólo era un estorbo, sino que además les añadía un peso superfluo. Y una de las zorras respondiendo dijo: << ¡Anda tú! Si no fuera porque te conviene no nos habrías aconsejado esto. >>
       Esta fábula les es apropiada a aquellos cuyos consejos a los vecinos no son por afecto, sino por su interés particular

Esopo.
Fue un famoso escritor de fábulas. No está probada su existencia como persona real. Diversos autores posteriores sitúan en diferentes lugares su nacimiento y la descripción de su vida es contradictoria. Hasta la época en que vivió también varía según los autores aunque todos ellos coinciden en que vivió alrededor del 600 a. C. Heráclides Póntico lo menciona como una persona natural de Tracia, nacido esclavo de Jantos y posteriormente liberto de Idmon. En la época clásica su figura se vio rodeada de elementos legendarios e incluso se ha puesto en duda su existencia por algunos historiadores. Sus fábulas se utilizaban como libros de texto en las escuelas y Platón dice que Sócrates se sabía de memoria los apólogos de Esopo.

La comadreja y el gallo. Fábulas de Esopo.

16. La comadreja y el gallo.

   Una comadreja, que había atrapado un gallo, quería devorarlo con un buen pretexto. Y he aquí que comenzó por acusarle diciendo que era molesto para los hombres, porque cantaba de noche y no les dejaba conciliar el sueño. Este replicó que les hacía esto para su beneficio, pues los despertaba para ir a su trabajo habitual. A la segunda le dijo la comadreja: << Pero te has convertido en un ultraje para la naturaleza por pisar a tus hermanas y a tu madre. >> Y el gallo replicó que hacía esto en beneficio de sus amos, pues así conseguía que les pusieran muchos huevos. Harta ya la comadreja, dijo: << ¿Es que no te voy a comer aunque siempre salgas airoso con tus recursos? >>
   La fábula muestra que la naturaleza perversa, dispuesta a hacer daño, aunque no lo logre con la máscara de un buen pretexto, hace el mal abiertamente.

Esopo.
Fue un famoso escritor de fábulas. No está probada su existencia como persona real. Diversos autores posteriores sitúan en diferentes lugares su nacimiento y la descripción de su vida es contradictoria. Hasta la época en que vivió también varía según los autores aunque todos ellos coinciden en que vivió alrededor del 600 a. C. Heráclides Póntico lo menciona como una persona natural de Tracia, nacido esclavo de Jantos y posteriormente liberto de Idmon. En la época clásica su figura se vio rodeada de elementos legendarios e incluso se ha puesto en duda su existencia por algunos historiadores. Sus fábulas se utilizaban como libros de texto en las escuelas y Platón dice que Sócrates se sabía de memoria los apólogos de Esopo.

La zorra y las uvas. Fábulas de Esopo.

15. La zorra y las uvas.

   Una zorra hambrienta, como viera unos racimos colgar de una parra, quiso apoderarse de ellos y no pudo. Marchándose, dijo para sí: << Están verdes. >>
   Así, también algunos hombres inhábiles por su incapacidad para lograr lo que quieren echan la culpa a las circunstancias.

Esopo.
Fue un famoso escritor de fábulas. No está probada su existencia como persona real. Diversos autores posteriores sitúan en diferentes lugares su nacimiento y la descripción de su vida es contradictoria. Hasta la época en que vivió también varía según los autores aunque todos ellos coinciden en que vivió alrededor del 600 a. C. Heráclides Póntico lo menciona como una persona natural de Tracia, nacido esclavo de Jantos y posteriormente liberto de Idmon. En la época clásica su figura se vio rodeada de elementos legendarios e incluso se ha puesto en duda su existencia por algunos historiadores. Sus fábulas se utilizaban como libros de texto en las escuelas y Platón dice que Sócrates se sabía de memoria los apólogos de Esopo.

La zorra y el mono discuten por su prosapia. Fábulas de Esopo.

14. La zorra y el mono discuten por su prosapia.

   Una zorra y un mono que hacían juntos el camino a propósito de su prosapia discutían. Y mientras cada uno iba exponiendo con detalle muchas glorias, llegaron ante unas tumbas. El mono clavó sus ojos en ellas y se puso a lamentarse. Al preguntar la zorra la causa, el mono, señalándose los sepulcros, dijo << Pero cómo no he de llorar al ver las estelas de mis mayores, de los que fueron libertos y esclavos. >> Y la zorra dijo: << Pues miente lo que quieras, porque ninguno de ellos va a levantarse para desmentirse. >>
   Así, también los mentirosos alardean más cuando no tienen quien los desmienta.

Esopo.
Fue un famoso escritor de fábulas. No está probada su existencia como persona real. Diversos autores posteriores sitúan en diferentes lugares su nacimiento y la descripción de su vida es contradictoria. Hasta la época en que vivió también varía según los autores aunque todos ellos coinciden en que vivió alrededor del 600 a. C. Heráclides Póntico lo menciona como una persona natural de Tracia, nacido esclavo de Jantos y posteriormente liberto de Idmon. En la época clásica su figura se vio rodeada de elementos legendarios e incluso se ha puesto en duda su existencia por algunos historiadores. Sus fábulas se utilizaban como libros de texto en las escuelas y Platón dice que Sócrates se sabía de memoria los apólogos de Esopo.

Los pescadores que pescaron una piedra. Fábulas de Esopo.

13. Los pescadores que pescaron una piedra.

   Unos pescadores arrastraban una red y, como era pesada, se pusieron contentos y a bailar, creyendo que era mucha la pesca. Pero cuando la sacaron a rastras a la orilla encontraron pocos peces y que la red estaba llena de piedras y otros deshechos, se quedaron muy tristes, menos contrariados por lo que les había pasado que por haber imaginado lo contrario. Uno de ellos, viejo ya, dijo: << Vamos a dejarlo, compañeros, pues, como parece la desilusión es hermana de la alegría y falta nos hacía, sin duda, disgustarnos algo después de habernos alegrado tanto por adelantado. >>
   Pues bien, viendo lo mudable de la vida no debemos jactarnos siempre de las cosas, haciéndonos la cuenta de que de la calma excesiva es forzoso que venga la tormenta.


Esopo.
Fue un famoso escritor de fábulas. No está probada su existencia como persona real. Diversos autores posteriores sitúan en diferentes lugares su nacimiento y la descripción de su vida es contradictoria. Hasta la época en que vivió también varía según los autores aunque todos ellos coinciden en que vivió alrededor del 600 a. C. Heráclides Póntico lo menciona como una persona natural de Tracia, nacido esclavo de Jantos y posteriormente liberto de Idmon. En la época clásica su figura se vio rodeada de elementos legendarios e incluso se ha puesto en duda su existencia por algunos historiadores. Sus fábulas se utilizaban como libros de texto en las escuelas y Platón dice que Sócrates se sabía de memoria los apólogos de Esopo.

La zorra y el leopardo. Fábulas de Esopo.

12. La zorra y el leopardo.

   Una zorra y un leopardo a propósito de su belleza discutían. El leopardo a cada momento exaltaba la variedad de su pelaje, la zorra respondiendo dijo: << ¡Qué por encima estoy yo en belleza, yo que soy variada, no de pelaje, sino de espíritu! >>
   La fábula muestra que el adorno de la inteligencia es mejor que la belleza corporal.


Esopo.
Fue un famoso escritor de fábulas. No está probada su existencia como persona real. Diversos autores posteriores sitúan en diferentes lugares su nacimiento y la descripción de su vida es contradictoria. Hasta la época en que vivió también varía según los autores aunque todos ellos coinciden en que vivió alrededor del 600 a. C. Heráclides Póntico lo menciona como una persona natural de Tracia, nacido esclavo de Jantos y posteriormente liberto de Idmon. En la época clásica su figura se vio rodeada de elementos legendarios e incluso se ha puesto en duda su existencia por algunos historiadores. Sus fábulas se utilizaban como libros de texto en las escuelas y Platón dice que Sócrates se sabía de memoria los apólogos de Esopo.

El pescador flautista. Fábulas de Esopo.

11. El pescador flautista.

   Un pescador que sabía tocar la flauta, cogiendo las flautas y las redes, se fue al mar, e instalado en el saliente de una roca se puso primero a tocar, creído que ante la dulce melodía los peces saldrían por sí mismos. Y como después de mucho esforzarse al fin nada consiguió, dejando las flautas, cogió el esparavel, lo tiró al agua y pescó muchos peces. Al dejarlos caer de la red en la orilla, como los viera saltar, dijo: <<¡ Bichos idiotas!, cuando yo tocaba la flauta no bailabas y ahora que lo dejé, lo hacéis. >>
   La fábula es oportuna para los que hacen las cosas a destiempo.


Esopo.
Fue un famoso escritor de fábulas. No está probada su existencia como persona real. Diversos autores posteriores sitúan en diferentes lugares su nacimiento y la descripción de su vida es contradictoria. Hasta la época en que vivió también varía según los autores aunque todos ellos coinciden en que vivió alrededor del 600 a. C. Heráclides Póntico lo menciona como una persona natural de Tracia, nacido esclavo de Jantos y posteriormente liberto de Idmon. En la época clásica su figura se vio rodeada de elementos legendarios e incluso se ha puesto en duda su existencia por algunos historiadores. Sus fábulas se utilizaban como libros de texto en las escuelas y Platón dice que Sócrates se sabía de memoria los apólogos de Esopo.

La zorra que vio un león. Fábulas de Esopo.

10. La zorra que vio un león.

   Una zorra que jamás había visto un león, cuando por casualidad se lo encontró, como era la primera vez que lo veía, de tal modo se asustó que por poco se muere. La segunda vez que se lo topó, sintió miedo, mas no tanto como al principio. Y cuando lo vio a la tercera, tanto ánimo cobró que incluso se acercó a hablar con él.
   La fábula muestra que el hábito mitiga las cosas más temibles.


Esopo.
Fue un famoso escritor de fábulas. No está probada su existencia como persona real. Diversos autores posteriores sitúan en diferentes lugares su nacimiento y la descripción de su vida es contradictoria. Hasta la época en que vivió también varía según los autores aunque todos ellos coinciden en que vivió alrededor del 600 a. C. Heráclides Póntico lo menciona como una persona natural de Tracia, nacido esclavo de Jantos y posteriormente liberto de Idmon. En la época clásica su figura se vio rodeada de elementos legendarios e incluso se ha puesto en duda su existencia por algunos historiadores. Sus fábulas se utilizaban como libros de texto en las escuelas y Platón dice que Sócrates se sabía de memoria los apólogos de Esopo.

La zorra y el cabrón en el pozo. Fábulas de Esopo.

9. La zorra y el cabrón en el pozo.

   Una zorra, tras caer a un pozo, quedó allí a la fuerza, incapaz de subir. Y un cabrón, atormentado por la sed, cuando estuvo encima del pozo, preguntó al verla si el agua estaba buena. Ésta, tomándose con calma el contratiempo, se esforzó en alabar mucho el agua, diciendo que era potable, e incluso le invitó a bajar. Éste bajó de un salto, atolondrado, con la sola mira de su deseo, y luego que hubo calmado la sed, consideró la zorra la manera de subir; la zorra afirmó tener pensado algo adecuado para salvarse los dos: << Pues si quieres apoyar tus patas delanteras en el muro e inclinar los cuernos, yo, después de saltar apoyándome en tu lomo, te sacaré. >> Éste se prestó en seguida a su invitación, animado por la segunda parte de la propuesta. La zorra, saltando hacia arriba con sus patas, subió por el lomo y, empinándose sobre los cuernos, subió a la boca del pozo y se alejó. Y como el cabrón le echaba en cara el violar su acuerdo, la zorra volviéndose dijo: << ¡Anda éste! Si tuvieses seso como pelos en la barba, no habrías bajado antes de pensar el modo de subir. >>
   Así, también deben los hombres sensatos tener previsto de antemano el fin de sus acciones, y sólo así ponerlas en práctica.


Esopo.
Fue un famoso escritor de fábulas. No está probada su existencia como persona real. Diversos autores posteriores sitúan en diferentes lugares su nacimiento y la descripción de su vida es contradictoria. Hasta la época en que vivió también varía según los autores aunque todos ellos coinciden en que vivió alrededor del 600 a. C. Heráclides Póntico lo menciona como una persona natural de Tracia, nacido esclavo de Jantos y posteriormente liberto de Idmon. En la época clásica su figura se vio rodeada de elementos legendarios e incluso se ha puesto en duda su existencia por algunos historiadores. Sus fábulas se utilizaban como libros de texto en las escuelas y Platón dice que Sócrates se sabía de memoria los apólogos de Esopo.


Esopo en un astillero. Fábulas de Esopo.

8. Esopo en un astillero.

   Una vez Esopo, el fabulista, estando ocioso, entró en un astillero. Los obreros burlándose de él le provocaron a que les replicara. Esopo dijo que en un tiempo remoto existían el caos y el agua, pero que Zeus, como quería que surgiera el elemento de la tierra, invitó a ésta a que se tragara por tres veces el mar. Y aquélla, nada más empezar, dejó primero al descubierto las montañas, al segundo trago dejó al desnudo las llanuras, << y si decide apurar el agua, a la tercera, se va a hacer inútil vuestra industria >>.
   La fábula muestra que los que, sin darse cuenta, se mofan de los más fuertes, atraen sobre sí sus réplicas  más mordaces.


Esopo.
Fue un famoso escritor de fábulas. No está probada su existencia como persona real. Diversos autores posteriores sitúan en diferentes lugares su nacimiento y la descripción de su vida es contradictoria. Hasta la época en que vivió también varía según los autores aunque todos ellos coinciden en que vivió alrededor del 600 a. C. Heráclides Póntico lo menciona como una persona natural de Tracia, nacido esclavo de Jantos y posteriormente liberto de Idmon. En la época clásica su figura se vio rodeada de elementos legendarios e incluso se ha puesto en duda su existencia por algunos historiadores. Sus fábulas se utilizaban como libros de texto en las escuelas y Platón dice que Sócrates se sabía de memoria los apólogos de Esopo.



La comadreja médica y las gallinas. Fábulas de Esopo.

7. La comadreja médica y las gallinas.

   Habiendo oído una comadreja que en una granja estaban enfermas unas gallinas, se disfrazó de médico y, tomando los instrumentos convenientes de esta ciencia, allí se presentó, y deteniéndose ante la granja les preguntó cómo estaban. Las gallinas respondiendo dijeron: << Bien, si tú te largas de aquí. >>.
   Así, también los hombres malintencionados no pasan inadvertidos a los prudentes por mucha honradez que finjan.


Esopo.
Fue un famoso escritor de fábulas. No está probada su existencia como persona real. Diversos autores posteriores sitúan en diferentes lugares su nacimiento y la descripción de su vida es contradictoria. Hasta la época en que vivió también varía según los autores aunque todos ellos coinciden en que vivió alrededor del 600 a. C. Heráclides Póntico lo menciona como una persona natural de Tracia, nacido esclavo de Jantos y posteriormente liberto de Idmon. En la época clásica su figura se vio rodeada de elementos legendarios e incluso se ha puesto en duda su existencia por algunos historiadores. Sus fábulas se utilizaban como libros de texto en las escuelas y Platón dice que Sócrates se sabía de memoria los apólogos de Esopo.




El cabrero y las cabras monteses. Fábulas de Esopo.

6. El cabrero y las cabras monteses.

   Un cabrero, que sacó sus cabras a pastar, como viera que unas cabras monteses se habían mezclado con las suyas, al caer la tarde las metió a todas en su cueva. Al día siguiente sobrevino una gran borrasca y, no pudiendo llevarlas a su pasto habitual, las cuidó dentro, echó a las suyas propias la comida justa para no pasar hambre, mientras que a las extrañas les amontonaba mucha, con la intención de apropiárselas. Una vez pasó la tormenta, cuando sacó a todas a pastar, las monteses, tras echarse al monte, se escaparon. El pastor les reprochaba su ingratitud, pues si ellas habían obtenido más cuidados de la cuenta le abandonaban; éstas volviéndose dijeron: << Pues por esto mismo tenemos más precaución, porque si a nosotras, que llegamos ayer a tu lado, nos has tratado mejor que a las que están contigo desde antes, está claro que si otras se te acercan después a aquéllas preferirás más que a nosotras. >>
   La fábula demuestra que no hay que acoger las pruebas de amistad de los que nos prefieren a los viejos amigos, en la idea de que al hacernos nosotros veteranos, si hacen nuevas amistades, prefieren a aquéllos.



Esopo.
Fue un famoso escritor de fábulas. No está probada su existencia como persona real. Diversos autores posteriores sitúan en diferentes lugares su nacimiento y la descripción de su vida es contradictoria. Hasta la época en que vivió también varía según los autores aunque todos ellos coinciden en que vivió alrededor del 600 a. C. Heráclides Póntico lo menciona como una persona natural de Tracia, nacido esclavo de Jantos y posteriormente liberto de Idmon. En la época clásica su figura se vio rodeada de elementos legendarios e incluso se ha puesto en duda su existencia por algunos historiadores. Sus fábulas se utilizaban como libros de texto en las escuelas y Platón dice que Sócrates se sabía de memoria los apólogos de Esopo.





El deudor ateniense. Fábulas de Esopo.

5. El deudor ateniense.

   En Atenas, un acreedor reclamaba la deuda a su deudor, éste, al principio, le pedía que le concediese un plazo, afirmando que estaba en apuro. Como no logró convencerle, trajo una marrana*, la única que tenía, y delante de aquél la puso en venta. Acercóse un comprador y preguntó si la marrana era fértil, aquél dijo que no sólo paría, sino que lo hacía de modo singular; pues en los Misterios paría hembras, y en las Panateneas, machos. Asombrado el comprador ante lo dicho, el acreedor añadió: << Y no te maravilles, porque éste en las Dionisas te parirá cabritos. >>
   La fábula muestra que muchos, en interés de propio lucro, no vacilan en jurar falso cosas imposibles.

*cerdo



Esopo.
Fue un famoso escritor de fábulas. 
No está probada su existencia como persona real. Diversos autores posteriores sitúan en diferentes lugares su nacimiento y la descripción de su vida es contradictoria. Hasta la época en que vivió también varía según los autores aunque todos ellos coinciden en que vivió alrededor del 600 a. C. Heráclides Póntico lo menciona como una persona natural de Tracia, nacido esclavo de Jantos y posteriormente liberto de Idmon. En la época clásica su figura se vio rodeada de elementos legendarios e incluso se ha puesto en duda su existencia por algunos historiadores. Sus fábulas se utilizaban como libros de texto en las escuelas y Platón dice que Sócrates se sabía de memoria los apólogos de Esopo.






El ruiseñor y el gavilán. Fábulas de Esopo.

4. El ruiseñor y el gavilán.

   Un ruiseñor, posado en una alta encina, cantaba como tenía por costumbre. Y un gavilán al verlo, como andaba falto de comida, tirándose sobre él lo arrebató. Éste, a punto de morir, le pedía que lo soltara, alegando que él no era suficiente para saciar el vientre de un gavilán y que, si estaba falto de comida, debía buscar pájaros más grandes. Y éste replicó: <<Pero imbécil sería yo si dejando marchar el bocado que tengo a punto en mis garras me pusiera a perseguir lo que aún no ha aparecido.>>
   Así, también, entre los humanos hay insensatos que fiados en mayores esperanzas dejan escapar lo que tienen entre manos.



Esopo.
Fue un famoso escritor de fábulas. 
No está probada su existencia como persona real. Diversos autores posteriores sitúan en diferentes lugares su nacimiento y la descripción de su vida es contradictoria. Hasta la época en que vivió también varía según los autores aunque todos ellos coinciden en que vivió alrededor del 600 a. C. Heráclides Póntico lo menciona como una persona natural de Tracia, nacido esclavo de Jantos y posteriormente liberto de Idmon. En la época clásica su figura se vio rodeada de elementos legendarios e incluso se ha puesto en duda su existencia por algunos historiadores. Sus fábulas se utilizaban como libros de texto en las escuelas y Platón dice que Sócrates se sabía de memoria los apólogos de Esopo.